La inteligencia artificial en salud mental es una realidad. La información compartida en redes sociales, mensajería instantánea, smartphones y registros webs es clave para un mayor conocimiento del comportamiento. Aportes de estudios como la Psicología, sociología y ciencia de datos, en conjunto, aportan conocimiento del desarrollo personal y la participación social. Resultan clave para contribuir en la promoción, prevención y atención en salud.
Para estudiantes de psicología encontrarse materias de psicometría y análisis de datos, entre otras, suponía una sorpresa cuando se esperaba aprender sobre las personas. No obstante, ahora estamos en una fase en la cual la información que puede darnos un instrumento / cuestionario, no es nada en comparación con lo que obtienen empresas como google, twitter, facebook o proveedores de internet por nuestra actividad (o pasividad al disminuir nuestra interacción, por ejemplo).
Inteligencia artificial en salud mental: un asunto de datos
Compartimos información paseando el smartphone, comunicando con palabras o emoticonos. El punto álgido es cuando encargamos comida por internet, y se dispone en refrigeradores conectados a wifi que avisan de qué productos tenemos, cuando van a caducar y recomiendan qué cocinar con un robot de cocina y podemos socializarlo en redes con mensajes y fotografías.
Cuando estamos mal, nuestro comportamiento cambia. Las decisiones que tomamos se reflejan en la conducta. Años de tener un mail y compartir información, aportan en su conjunto conocimiento sobre cómo somos. Sin embargo, los datos necesitan comprenderse, interpretarse cultural, social y psicológicamente, es ahí donde se da una intersección entre el potencial de la inteligencia artificial al estructurar datos, y las ciencias sociales.
La atención de profesional a paciente, sea en el sector público o privado, está condicionada por números. Personas a las que puedo atender, y presupuesto disponible para cubrir el servicio. Si hacemos uso de la inteligencia artificial, puede mantenerse la atención mientras que disponemos de mayor información sobre la evolución en salud mental. Adoptamos medidas de promoción y prevención más adecuadas al comportamiento del individuo / grupo social. Y si no pueden acudir a sesiones, igualmente siguen generando y recibiendo información digital.
¿Tiene que ver con la orientación?
Cualquier ámbito de salud mental necesita información. Independientemente del enfoque, se necesita obtener información del qué, precedentes y consecuencias de la atención. La capacidad de una persona para analizar todas las variables que interfieren, no puntualmente sino a lo largo de la vida, es limitada cuantos más pacientes atienda.
Ante esta realidad, la posibilidad que presenta el momento actual junto a la inteligencia artificial necesita de una alfabetización digital. Mientras nuevas formaciones interdisciplinares se abren paso, mayormente continuamos formando en grados sin nexo con otros ámbitos de conocimiento. Cuando el COVID-19 está incidiendo globalmente en el comportamiento, es necesario integrar desde el inicio un mayor conocimiento digital. Los recursos online de formación aumentan, lo importante es aprender a discernir cuales aportan valor, y en esta función trabajamos.
Este año 2021 abordaremos esta temática en el III Congreso en Salud Mental Digital / II Congreso Iberoamericano en Ciberpsicología.