¿Sabe mi app si tengo problemas de salud mental? Si. La pregunta es cuanta gente más puede conocer esta información de mi salud. Ante esta situación, un artículo de The Economist pone el foco en el riesgo de usar apps en temas relacionados con salud mental. Si alguna vez pensó que hay temas que es mejor no se supieranahora mismo, puede estar pendiente de su smartphone sin saber quien puede revisar qué siente.

El crecimiento espectacular de las aplicaciones de salud mental ha creado una industria riesgosa

Este titular contiene un interesante análisis, disponible bajo registro, respecto al negocio millonario de dar servicios digitales en salud mental. Necesitamos sentirnos bien, y las apps son sencillas y económicas, sin embargo, carecemos de competencias digitales para comprender qué productos usamos.

La falta de un marco regulatorio, en estudio a nivel europeo, deja a las personas fiarse de que la información compartida digitalmente no será usada en su contra.

¿Alguna vez dijo la expresión «si las paredes hablarán»?

El artículo refiere a problemas como el sufrido por pacientes de una clínica finlandesa. Sus conversaciones con terapeutas, por no protegerse encriptando, fueron robadas y utilizadas para pedir dinero o divulgar la información. La información no iba a destruirse, es digital, solo garantiza un silencio temporal. La empresa ha quebrado, el problema sigue.

Otra empresa, cuyo servicio mediante app pide información a clientes para conocer más sobre sus problemas, luego comparte datos con otras empresas. Quienes son clientes, luego encuentran anuncios relacionados con sus problemas. Aceptar las cookies y condiciones de uso, no implica comprender qué estoy aceptando.

¿Sabe mi terapeuta proteger la información?

Probablemente si acudiera a un consultorio con la puerta abierta, pasando gente constantemente, me preocuparía. En cambio, utilizar tecnología encerrado en mi casa, es tanto o más riesgoso por la capacidad de programas de inteligencia artificial de detectar palabras y unir información.

Esto significa, que cada vez que mi terapeuta me pide información, por medio de un sistema no seguro, sin saberlo puede estar dando acceso a otras empresas de cómo estoy. Nadie le enseñó a usar tecnología, porque en 20 años hemos aprendido a utilizarla a medida que la necesitamos. La cuestión es si, como la empresa finlandesa, la información mía queda expuesta, ¿quien se hará cargo?

De momento no hay vuelta atrás a dejar la tecnología, si hay el 2022 un paso necesario que dar. Formar a la población en qué ocurre cuando registra cualquier dato digital; y a terapeutas, en cómo deben proteger la privacidad de interacciones.

Recursos ¿Sabe mi app?

Dramatic growth in mental-health apps has created a risky industry | The Economist

Ciberseguridad en Salud – Alfabetización Digital (cibersalud.es)

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